Late Night


Ficha Sospechosos Habituales

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Críticas de Sospechosos Habituales (1)


Mad Warrior

  • 14 Oct 2022

9



El engaño, uno de los recursos de mayor importancia para la Humanidad; el engaño logra confundir hasta la extenuación, desquicia a los hombres, produce gran dolor y corrupción, es una perdición y una perversidad cuyo arte no muchos pueden dominar.
Únicamente el Diablo puede, pues es su truco favorito...

Y también, por si hay alguien que no todavía no lo sepa, es el tema fundamental de una de las películas de suspense más elegantes, literalmente retorcidas e impactantes de las últimas décadas, cuyo estatus y fuerza aún se mantienen firmes contra el paso de los años. Desde hace algún tiempo el nombre del neoyorkino Bryan Singer está muy relacionado con la mediocridad, las cosas como son; ¨Jack, ¨el Cazagigantes¨ ¨, esas nuevas entregas de la saga ¨X-Men¨ y para finiquitar su caída al abismo el ¨biopic¨ ¨Bohemian Rhapsody¨. Pero hubo una época en la que era sinónimo de genialidad, frescura e innovación: los lejanos y añorados 90.
Singer pasó a estar en boca de todos, como muchos de sus coetáneos en el momento, gracias al Festival de Sundance, donde recibió elogios por su barato pero interesantísimo debut ¨Public Access¨, coescrito con su amigo Chris McQuarrie. Su siguiente proyecto conjunto empezaba a madurarse a partir de dos ideas: cinco individuos ante una rueda de reconocimiento como posible poster y la famosa frase pronunciada por el capitán Renault en ¨Casablanca¨ (¨Round up the usual suspects!¨) como posible título. Con un presupuesto moderado, el apoyo de pequeñas productoras y un reparto que cobró menos por el respeto que tenían hacia el guión, Singer se preparó para dar el salto definitivo.

Con inusitada crudeza comienza este relato ¨neo-noir¨, en pleno astillero cuando una operación que desconocemos parece no haber terminado bien; ya empieza a distribuir el director los símbolos y escenarios esenciales para configurar el puzzle argumental que más adelante se habrá de resolver (la persistencia de la cámara en observar esas cuerdas del astillero, indicando los múltiples cabos que se deberán atar), y entre ellos un tipo misterioso, distinguido y violento, ataviado cual detective del cine negro, que pronto se configura como un enigma encarnado de existencia remota a quienes todos llamarán Keyser Soze, casi un ¨macguffin¨ en la trama.
Ya solo la secuencia inicial transcurrida en el muelle es buen indicativo del pulso tras la cámara de Singer y su gusto por expresar la esencia del misterio a través de imágenes duras pero elegantes al fin y al cabo. Todo podría haber transcurrido linealmente pero había que probar cosas nuevas y McQuarrie se apresura a dar los primeros giros; mientras en el tiempo presente los federales y policías indagan en la carnicería ocurrida en el astillero, una voz, frágil y socarrona, nos revela los sucesos que provocaron tal desastre y las personas que estuvieron implicadas en él: la de Roger ¨Verbal¨ Kint.

Este hombre, afectado de parálisis, es el narrador gracias al cual avanza la historia. Escuchar, comprender y creer o desconfiar; Singer y McQuarrie se apoyan en este concepto básico. Como en ¨Rasho-mon¨, lo más importante es prestar atención e intentar averiguar qué grado de realidad alcanza la confesión del testigo, pero si Kurosawa hacía invisibles a los jueces, para que adoptáramos su punto de vista ahora éstos se personificarán con la forma del agente de aduanas Kujan y su compañero Rabin. Una rueda de reconocimiento fue la responsable de unir a cinco criminales: McManus, Hockney, Fenster, el propio Kint y Keaton.
Muchos criticaron (y siguen criticando) el complejo guión por confeccionarse descaradamente a base de trampas, ignorando que en efecto ese es su autocomplaciente objetivo. La baza primordial de ¨Sospechosos Habituales¨ es la trampa y el enredo, desde la presentación de ese grupo de personajes donde no nos cuesta simpatizar con Keaton y creernos que él, un ex-policía corrupto que intenta dejar atrás su vida criminal, es el verdadero protagonista, el centro de los hechos...y nada más lejos de la realidad. Pero así lo quiere creer el agente Kujan y de paso el espectador.

Es entonces un ejercicio de burla dejar hablar al razonable policía que apoya sus argumentos en hechos conocidos y en sólidas teorías...no obstante hace tiempo que el cine dejó de dar la razón a los policías y se decantó más por un nihilismo recalcitrante proyectado por aquellos criminales que lograban ganarse al público antes que los agentes de la ley.
Antes del concienzudo interrogatorio Kint recorre en silencio la habitación; el escenario constituye entonces un espacio difuso, hervidero de trucos y verdades a medias. Todo formará, como en los mejores policíacos, una cortina de humo.

En este sentido en que la sensación de paranoia se adueña no pocas veces de la narrativa, el film se inscribe en la tradición de esos ¨thrillers¨ ambivalentes y cínicos que llevaron el género a una etapa más moderna y adulta; quedan los ecos de Lumet, Kazan, Pollack, Frankenheimer, Schrader o Masumura, si bien es fácil percibir las influencias clásicas de Melville, Hitchcock y Welles (en especial ¨Perdición¨ y ¨Ciudadano Kane¨).
No es tanto un entretenido film de suspense con grandes dosis de acción, filmadas por Singer de manera calculada y precisa (esa memorable secuencia del asedio y asalto al coche de policía), como un relato de sombras y asfixiante tensión psicológica.

El equilibrio entre ambos aspectos es digno de un maestro. El interrogatorio y la investigación por un lado y las previas andanzas de ese grupo salvaje de criminales cuya amistad basada en la avidez por el dinero choca con el carácter fuertemente individualista de cada uno de sus miembros; cinco hombres atrapados por las artimañas de ese ser de las sombras que de repente, como si se tratase del monolito de ¨2.001¨ o de una encarnación del maligno dr. Mabuse, se convierte en el eje de todos los acontecimientos, un maestro de ceremonias y monstruo legendario de las leyendas gangsteriles.
Ese Keyser Soze que todo lo controla y deshace a su voluntad, y sobre el cual se construirá otra perfectamente urdida cortina de humo; como afirma Kint ¨El mayor truco del Diablo fue convencer al Mundo de que no existía¨. Y así sucede, en el grupo protagonista hay un Diablo que distribuye las falsas confesiones, las evasiones y las trampas cual partida de cartas ya amañada, pero durante un primer visionado de la película resulta imposible de desenmascarar. La verdad, y eso es algo fácil de intuir, sólo se halla en un sitio clave: la sala del hospital donde se encuentra ese gángster húngaro.

Y conforme se acerca el film a su clímax, apoyado en dos situaciones igual de magníficamente bien filmadas (la operación nocturna en el astillero, con una impresionante ejecución de Singer y su equipo técnico, y las conclusiones que surgen en la oficina), más se espesa el ambiente y más bifurcaciones tiene el argumento, pues durante un pequeño tramo es Kujan el protagonista y su discurso parecerá tan certero y claro que todo parece estar resuelto. Pero ya dejó demostrado Kurosawa en el juicio de Tajomaru que todos los personajes tienen una versión, y que todas pueden ser igual de factibles...
De ahí que el revelador instante final de la película (uno de los más imitados y parodiados de la Historia del cine) resulte en un impactante desenlace donde el ingenio se eleva a las alturas o bien en una broma macabra de regusto ¨depalmaniano¨ donde el espectador y esos personajes que le servían de apoyo (los policías y sobre todo Kujan) deben quedar como idiotas. La sorpresa es deliciosamente retorcida, y gana en ese aspecto con cada visionado (aunque uno ya la conozca). Después del ritmo, intenso y fluido, cortesía de un montaje soberbio a cargo de John Ottman, también responsable de la banda sonora, disfrutamos de un reparto estelar.

Gabiel Byrne, Benicio del Toro, Pete Postlethwaite, Chazz Palminteri, Kevin Pollak, Stephen Baldwin, incluso Suzy Amis y Giancarlo Esposito, que tienen papeles menores, y sobre todo ese magnético, increíble Kevin Spacey (en su brillante prefiguración del asesino psicópata de ¨Seven¨), todos ellos exprimiendo su gran talento interpretativo bajo la mano habilidosa de Singer para la caracterización de personajes.
No es extraño que ¨Sospechosos Habituales¨ fuese un gran éxito de taquilla y el trampolín de su realizador. Apareció en el panorama cinematográfico en el momento justo: después de ¨Pulp Fiction¨ y antes de ¨Seven¨. Como esos títulos es una obra que continúa confundiendo, engañando y fascinando con una sonrisa malévola...porque ese sigue siendo el mejor truco del Diablo; Singer tuvo sin duda que hacer un pacto con él.



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